jueves, 26 de julio de 2012

De Profundis... Con el permiso de Oscar.

Necesito desterrar esta sensación de tristeza y desilusión, de profunda derrota y culpa. Me rodean y juegan conmigo al desmembramiento. Tiran con fuerza de cada uno de mis músculos, huesos y tendones, sin ningún miramiento, sin ninguna compasión. Una vez que han hecho presa, se regodean con la víctima, no quieren eliminarla de un solo zarpazo, prefieren ver como notas cada chasquido, cada desgarro; como lanzas alaridos de dolor en silencio, como consumes el último atisbo de resistencia.

Necesito espantar estos malditos fantasmas, que aparecen y reaparecen cuando menos te lo esperas. Esa sensación de abandono, que va quitando el brillo y el color de la belleza que te rodea, y que lo convierte todo en algo irreal, gris y distante. Las fuerzas van desapareciendo y solo quieres encontrar ese estado distante, adormecido, donde los sentidos no cuentan, y donde solo percibes de tu cuerpo, un enorme vacío en el estómago y la sequedad en la boca de un nómada perdido en medio de una tormenta de arena. 
Y lucho con todas mis fuerzas para no caer en estas sensaciones, porque hay cientos de razones para volatilizar, en un instante, cualquier pensamiento destructivo; lo sé. La pereza se alía con estos criminales de la razón, como se hermanaron la manzana y la serpiente contra Adán y Eva. Esa maldita desidia que te va arrastrando durante cada una de las horas del día, engañándote con sus endiabladas pócimas de esperanza que solo te provocan el esperar a que el futuro haga lo que tú tienes que hacer ya.

Tengo determinación y tiempo. Logro aprovisionarme de voluntad, aunque me cueste. Valores no me faltan. Cometo errores y los identifico. Sigo ilusionándome por empresas; alguna las llevaré a cabo, otras no. Sigo siendo contradictorio en muchas ocasiones. Mantengo ese rayo de orgullo y altanería. En definitiva, me veo humano; tan humano como cualquiera.

Así que me doy permiso para sentir lo que aquí he plasmado. Me doy permiso para sentirme desilusionado, defraudado y triste, cuando algo en lo que creo o alguien que me importa, me lo provocan. Y no tengo miedo, porque sé e identifico la fuente de estos pensamientos, no es algo vago y etéreo; es concreto. En este caso vuelve a ser tan concreto, que bien podría ser "yo".  Ese "yo" viviendo en un mundo alternativo, pletórico de energía, y lleno de vida, pero tan despistado, tan terriblemente perdido... Un "yo" egoísta y embustero, que utiliza sus artes para no encontrarse nunca a solas con "él" mismo. Un "yo", en definitiva, que va camino del precipicio, abandonado a su ignorancia y pedantería, confundido entre tanto oropel y baratija, incapaz de reconocer la grandeza de su propia existencia, analfabeto de sus posibilidades, ciego ante las maravillas y el "amor" generoso, paciente, silencioso, profundo.

Tengo licencia para acogerme al estado de ingravidez, pero también tengo la suficiente fuerza y determinación, para agarrar con furia mis zapatos de plomo y comenzar a dar pequeños pasos, y con la cabeza bien alta.


"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo."
Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (1854-1900)

martes, 24 de julio de 2012

Intervención...¡YA!

















Ya lo decía en otra entrada de este blog: http://campillo-castilla.blogspot.com.es/2012/04/cuando-los-mercados-huelen-sangre.html. Los mercados no van a soltar el "cuello" de España. Ya han recorrido todas las soluciones posibles y están apostando por la ruptura del euro. Aunque yo reclame la intervención y esta se haga realidad, el país no lo va a soportar, porque el tijeretazo que deberían dar  sería tan monumental, que no quedaría títere con cabeza. Los apartados de gastos, frente a un interventor extranjero, son números fríos y sin nombre. Cualquiera que vea el coste de mantenimiento del aparato político del Estado y de las comunidades, no va a dudar un segundo en meterles mano, otra cosa es que lo hagan. Y si no lo hacen, seguiremos en las mismas, los tan denostados mercados, continuaran apretando y apretando, hasta que provoquen lo que están buscando...la ruptura del Euro.

No dejéis de ver este gráfico, es demoledor:

Sería posible ahorrar entre 30.000,- y 60.000,- millones de Euros, si se racionalizara un poco este entramado ¿Lo harán? Yo creo que no, aunque sería la única manera de tener una oportunidad ¿Cómo vamos a aceptar recortes y recortes, sin primero arrancar este cáncer? No tienen ninguna autoridad moral para pedirnos sacrificios, ni para aplicar recortes; no hasta que se haga lo propio con esta casta.

En el XIX, ya tuvimos una intervención europea, que pretendía traer la modernidad, la ciencia, el fin del oscurantismos y del caciquismo ibérico, y al final terminamos echándoles como pudimos y a los españolitos que en ello veían un avance, fueron acusados de afrancesados, claro que aquella vez venían con uniformes y pisando callos. En esta ocasión vendrán con el portátil, y con un "excel" de caballo, pero si están por aplicar lo que les pide el cuerpo, volveremos a tomar el camino "patriótico".

Volviendo a los Mercados, esto es por lo que apuestan. No seremos capaces de aguantar los recortes que se nos impongan y tiraremos la toalla. (Por mucho que les pese a los teóricos de la conspiración; del Nuevo Orden Mundial). Habrá más de una voz que apoye esta postura, tratando de defender y no perder sus privilegios, al menos en el corto plazo, argumentando cuestiones de soberanía y estupideces de ese estilo, que al ciudadano medio, en estos momentos, no le importan un carajo; Grecia, España e Italia, están predestinadas. (En otra entrada, explicaré como se puede ganar mucho dinero, si se piensa que el Euro se romperá, y por tanto la  Peseta, la Lira y el Dracma se devaluarán y el Marco Alemán se revaluará; en definitiva es lo que se descuenta hoy con un Bono Español a 10 años alrededor del 7% y un Bono Alemán del mismo periodo a 1,17%)

En conclusión, el gobierno niega la intervención, pero los mercados están dos pasos más allá; intervención, y desintegración del Euro. Cualquier economista de primero sabe que no se puede sostener una moneda única, dentro de un espacio económico que no tenga el mismo sistema fiscal, y el mismo Banco Central (de verdad, no de cartón piedra como el BCE); lo que se viene a llamar, armonización fiscal y bancaria, esto como mínimo, porque si ya entramos en legislación, políticas de empleo, sanidad, política exterior, etc...apaga y vámonos. Por cierto, esto lo saben muy bien los argentinos, empecinados en mantener su moneda ligada al Dólar; así acabaron.

Sea como fuere, prefiero la intervención cuanto antes, porque así consumiremos las etapas con más rapidez, y entiendo que saldremos donde salgamos, más rápido. 








viernes, 20 de julio de 2012

No me gusta el calor.

No me gusta el calor, creo que genera pobreza y miseria. Provoca la poca actividad y la tendencia a la inmovilidad. No hay nada como el frío para espolear a la mente y al cuerpo; te tienes que mover, tienes que pensar cómo buscar los recursos necesarios para poder vivir.
En esta sociedad (en general) tan habituada a la fiesta y al "carpe diem", el calor le ofrece un argumento contundente para seguir tumbada, inactiva, pero a la vez consumidora de tiempo y recursos necesarios en otros puntos de la misma tierra, o de cualquier otro rincón del universo.
No me gusta el calor, no confío en ambientes que sobrepasen los 25º de temperatura, ni tan siquiera en aquellos lugares que en invierno tienen la calefacción a tope, eso me indica el pelaje de los que habitan en ellos.

No entiendo que se pueda gastar un solo minuto de tu tiempo tirado sobre una toalla, con el único objetivo de broncearse. No comprendo el ritual de ese ocio, nunca lo he entendido.

Inactividad. Tendencia al inmovilismo. Pedir y no dar. Reclamar y no luchar. Con el calor las moléculas se excitan, se separan, van cada una a la suya, se expanden, huyen del grupo hasta convertirse en otro ente, en otro "yo", olvidando la forma primigenia de su concepción.

Sí, sí, lo sé; si no fuera por cierto calor, la vida no prosperaría, pero eso casi es un detalle sin importancia, una casualidad cósmica, un evento singular. Definitivamente, prefiero el frío. Te mantiene alerta. Te recuerda que para respirar tienes que ganártelo, tienes que luchar...

Puede que sea este calor sofocante el que me haga divagar, y perderme en caminos que no llevan a ninguna parte solo por el mero hecho de no ver la salida a los graves problemas que tenemos. Puede que haya sido el calor el que me provoque esa tremenda pereza, que me hace olvidar el periódico diario que me lanzan a la puerta, cada mañana, y que no me apetece leer. Puede que sea así, o simplemente que me estoy contagiando de la estupidez y la vagancia que me rodea.

El calor despierta a los animales malditos, como la serpiente. El calor dibuja parajes desesperados; solitarios, infernales. El agua los ha abandonado, se ha escondido en lo más profundo de la tierra, tratando de escapar de la evaporación, del cambio a otro estado incómodo y volátil.

Deseo que llegue el invierno, que desaparezcan esos horribles y chillones colores que inundan la indumentaria de la gente; las gorritas, las chanclas, los pantalones pirata, las riñoneras... las voces, el jolgorio...

Deseo que llegue un invierno duro, dibujado por el Antiguo Testamento. Un invierno justiciero que haga desaparecer al chorizo, al mentiroso, al hipócrita, al vago, al vividor, al pendenciero, al comprado, al vociferante, al quiero y no puedo. Un invierno que arrase con el político, con el sindicalista, con el mal empresario, con el empleado jeta, con el funcionario agarrado a sus privilegios. Un invierno que nos haga recordar lo duro de ganarse el pan con el sudor de la frente, de la de uno, y no de la del vecino. Un invierno que espolee la mente de los jóvenes, que el gélido viento les despierte de ese sueño infantil de la vida agradable y acomodada, del pedir y no aportar, que les haga pensar en que el futuro existe si trabajamos para construirlo día a día, minuto a minuto. Un futuro ganado, sea el que sea, es mucho más gratificante y mejor que un futuro regalado.

Definitivamente...no me gusta el calor. No sé si ha quedado claro. Menos mal que ya se acerca el Invierno...